jueves, 16 de febrero de 2012

Ruido: deseo y alucinación

Recién terminé de leer un artículo muy esclarecedor sobre la investigación de las posibilidades estéticas del ruido, su entramado histórico y sus profetas. El texto es de Marcelo Toledo y se llama Mapa del ruido en la música del siglo XX.

Dejo aquí un pequeñísimo fragmento:

"Si intentáramos finalmente definir al ruido podríamos pensar en tres aspectos. El primero, de orden acústico, por el cual la complejidad del comportamiento de los componentes, desde el transiente de ataque, la posterior evolución caótica de las frecuencias, hasta su caída final, nos permite entender que estamos percibiendo un fenómeno sonoro complejo. Otro aspecto está relacionado con la teoría de la información, con la saturación de material sonoro diverso que no necesariamente utiliza sonidos complejos pero que da como resultado en la interacción intrincada de ellos algo similar a un alto estado de entropía. El tercer aspecto, el más importante, trasciende a los dos anteriores y se relaciona con aquello que a la percepción no puede definirse completamente. Un material sonoro que se resiste a revelar su naturaleza y que en consecuencia entra en el espacio de lo indefinido y difuso, de lo conocido a medias, de lo innombrable. Diciéndolo con Saer, "Lo desconocido es una abstracción; lo conocido, un desierto; pero lo conocido a medias, lo vislumbrado, es el lugar perfecto para hacer ondular deseo y alucinación".


El siglo XX abrió la puerta a la investigación de los sonidos complejos y los ruidos, puso sobre la mesa los ingredientes para crear los más impensados banquetes. El siglo XXI nos enfrenta con el gran desafío de aceptar o no la posibilidad de mundos musicales diversos en un todo orgánico, pero no homogéneo. Quizás la belleza, la intensidad, la riqueza y el misterio de los mundos sonoros que podamos construir dependan más que nunca de la triple ecuación de imaginar lo imposible, percibir lo real y reflexionar profundamente, buscando la libertad".

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